22/11/05

La leyenda

Cuenta la leyenda que en una aldea gitana, un hombre celoso y arrogante, después de haber maltratado a su mujer, cogió la puerta y se fue.

La gitana, sumida en la amargura y la desesperación, lloraba día y noche porque su marido la había abandonado.
Ahora no tendría a quien hacer ricas comidas (para tenerlo contento), no tendría a nadie para tenerle listas las zapatillas y el periódico al llegar a casa (para no enfadarlo), no tendría con quien dormir las frías noches de invierno (aunque antes le hubiese dado una paliza)...
"Él me quiere", soñaba despierta la gitana, "algún día volverá".

Pero el tiempo pasaba y pasaba, y su marido no volvía.
La gitana empezó a olvidarse de su esposo, comenzó a vivir su vida, algo que nunca había hecho con él. Disfrutaba de las pequeñas cosas que el día a día le iba dando, con los amigos que había hecho desde que su marido ya no estaba (ay si él la viera feliz y con amigos ¡cómo se pondría!).



Cuando había pasado cierto tiempo y la gitana comenzaba a vivir, un joven y apuesto payo entró en su vida, haciéndose su amigo. Nadie sabe cómo se conocieron y cómo llegaron a congeniar, pero lo cierto es que hacían una bonita pareja a la vista de todo el mundo.
Se conocían de mucho tiempo atrás, pero con los celos de su marido nunca había tenido tanto contacto con él por miedo a sus reacciones. Pero ahora que el gitano no estaba y ella era "libre", podía pasear y hablar con su amigo de toda la vida.
La vida era mejor.

Un día, sin previo aviso, el marido gitano apareció de la nada y llamó a su mujer. Contaba con que ella estuviese esperándolo, con la comida hecha y las zapatillas y el periódico listos (como siempre), pero, cuando llegó a su casa, la gitana no estaba. La cocina estaba limpia y no había rastro de zapatillas (ni ropa) de él. Sin embargo el periódico seguía estando en su sitio, dónde siempre se lo dejaba para que lo leyese tranquilo y reposado. El gitano se sentó y comenzó a leerlo, mientras esperaba por su esposa.

Cuando ella abrió la puerta de su casa, se llevó una gran sorpresa al ver a su marido sentado esperando por ella placenteramente.
Pero ella ya no era la misma mujer que había dejado. Su caracter se había enrarecido con él, y cuando el gitano le dijo que le preparase algo de comer, la mujer se negó. Comenzaron a discutir de una manera muy acalorada, echándole en cara que se había ido así sin más y que ahora su vida era mucho más tranquila. Ahora era ella la que quería estar sin él.

El marido, ofuscado por la situación, cerró la puerta detrás suya y no volvió hasta el día siguiente.
Ocurrió lo mismo día tras otro: el marido llegaba, se sentaba, esperaba por su esposa, y, cuando ella llegaba, discutían y él se iba. No se daba cuenta que ella ya tenía la vida que siempre había soñado y que él nunca le había dado.

Sin embargo, cada día que pasaba, la mujer se iba ablandando cada día más, ver a su marido pedirle disculpas día tras día era algo que le reblandecía el corazón. Al fin y al cabo había sido su acompañante gran parte de su vida, ¿por qué iba a cambiar eso ahora?

La pobre mujer ya no sabía que hacer... cómo sentirse... cómo vivir...


Pero... con la llegada del cuarto creciente de la luna...


(continuará)

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Pregunta del día: ¿tiene esto algo que ver con la realidad?
Frase del día: "Que no sabemos lo que nos pasa: eso es lo que nos pasa." J. Ortega y Gasset
Canción del día: Cuando los sapos bailen flamenco
- E.B.S.

6 comentarios:

Tuxina dijo...

Me ha gustado mucho. Una historia que promete y muy bien escrita.

Besos

Unknown dijo...

Viniendo de alguien que estudió letras, se agradece. Ahora sólo me queda saber cómo continuarla, que pa' mi que me va a llevar su tiempo...

Gracias :)
Besiños.

Stanislas dijo...

Te lo digo por experiencia, solo hay que ponerse a escribir.
Claro que esta historia parece un poco mas compleja.

Hasta otra. Un abrazo.

Unknown dijo...

¿Compleja? ¿Y me lo dices tú? Bueeeeeno...aceptaré barco :p

Besiños :)

DINOBAT dijo...

Interesante blog tienes!, estaré pasando por aquí, saludos,



JD

Anónimo dijo...

Pasate cuando quieras, aqui estaremos.

Saludos,
MeiGhiNha.