Idas y venidas

Llego al sitio de costumbre y espero. Con la mirada, busco por toda la calle, arriba y abajo, pero no apareces. Tengo la sensación de que no vas a venir, me pasa siempre, aunque mi última esperanza nunca se agota.

Y no fallo. Ahí llegas, cruzando la calle con paso rápido y decidido. Me miras a los ojos y me brindas una sonrisa de oreja a oreja. El estómago me da un vuelco, el primero de la tarde.
Me enfado conmigo misma por tener estos sentimientos, no van a llegar a nada, lo sé, y sin embargo, no soy capaz de controlarlos. Al fin y al cabo tú ya tienes tu vida hecha con otra persona, y yo no pinto nada en ella. Sólo puedo conformarme con verte apenas unas horas a la semana y disfrutar de tu compañía haciendome ilusiones vanas.

Nos vamos a la cafetería más cercana, a la de confianza, donde el camarero nos conoce de toda la vida y nos trata casi como de la familia. Nos sentamos en el rincón de todos los sábados y esperamos a que nos sirva nuestras bebidas, hoy toca un capuccino, aunque la canela que le echan no me gusta especialmente.

Las tardes se me pasan volando a tu lado, hablando sobre nuestras convicciones de quien será el nuevo rector de la universidad. En época de elecciones no se hace otra cosa que tratar esos temas y los dos estamos de acuerdo en nuestras ideas.
A pesar de estudiar cada uno en un campus distinto tenemos la misma idea de cómo deberían cambiar las cosas, pero eso no es cosa nuestra.

De pronto tu móvil comienza a sonar. Lo descuelgas con toda naturalidad y comienzas a hablar. Mis neuronas están a punto de reventar: "¿y si es ella?" te miro a los ojos y sonríes como si te estuvieran contando algo realmente gracioso. "No, no puede ser ella, en ese caso te sentirías incómodo conmigo delante. Pero ¿por qué te vas a sentir incómodo si yo no soy nada para ti?, entonces, ¿por qué quedas siempre conmigo? ¿es que te gusta verme sufrir? dios, ¡cuelga ya que me vuelvo loca!"

Por un instante creo que me lees el pensamiento y cuelgas el teléfono. Me explicas que te ha llamado un compañero. Yo no he preguntado, no tengo derecho a pedirte ninguna explicación que no tenga que ver conmigo, sin embargo mi nudo en la garganta se alivia un poco.
Pero ya te vas, la llamada era tan urgente que no te da ni tiempo a terminar tu café.

Te levantas risueño, pasas tu mano por mi mejilla izquierda y te acercas para darme los dos besos de rigor. "Llámame, ¿vale? Espero tu llamada". Tus últimas frases de la semana, y ya me quedo tonta para unos cuantos días. Hasta dentro de una semana, te volveré a ver una vez más.

Pronto se terminará todo.

Quizás te das cuenta de lo que siento, quizás alguien te lo haya dicho. Desde luego yo no voy a hablar de ello, no me siento con fuerzas como para escuchar un "no" acicalado con "solo eres una amiga" o algo similar. Así que me limito a verte, sonreir, y pasar unas agradables y cortas tardes de sábado a tu lado.


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Pregunta del día: ¿cuánto tardará en irse?
Frase del día: "El rollo de ser amigos, está muy bien pero a mi no me va [...]" P. Perea.
Canción del día: Cristina - Pablo Perea