Nunca digas nunca

Maribel era la típica chica sin iniciativa que siempre esperaba que los demás escogiesen por ella que película ver en el cine, que hacer un domingo por la tarde o a donde ir a tomar algo después de trabajar.
Siempre guiada por los demás.

Todos los días, a la salida del trabajo, se encontraba con un chico muy majo, que la saludaba siempre que la veía. Él no lo sabía, pero ella contaba los minutos para salir de trabajar y poder verlo, aunque sólo fuera pasar en su coche por delante y que la saludara. Un "hola" o un "ciao" que le sabía a gloria y la renovaba cada día.

Maribel se resignaba con la idea de que él nunca querría saber nada de ella, o que seguramente tendría novia y que simplemente la saludaba por cortesía.
Quizás sí, pero Maribel nunca lo sabría realmente si no hacía algo al respecto. Evidentemente, con su iniciativa no iba a resolver aquella situación.

Así que el día que Laura, su incansable e inseparable amiga, le dijo que tenía que hacer algo con ese chico que tanto le gustaba, ella se lo tomó a cachondeo.

"Y qué quieres que haga? que le diga lo que pienso de él? Se reirá de mi. Puede tener una chica mucho más guapa y mejor que yo a su lado."

"Hija, y vas a echar así toda la vida? Igual él te quiere decir algo más y tú no le das pie a nada. No ves que hay más gente tímida en esta vida además de ti?"

Pero Maribel seguía en sus trece. No cambiaría su manera de ver la vida así como así.

Así que Laura intentó buscar la manera de que Luis, aquel chico tan majo, tuviese la oportunidad de conocerla un poco mejor y no sólo ver su fachada.
A los pocos meses, Laura, Maribel y alguna amiga más, ya hacían vida social con Luis y sus amigos, salían a cenar y de marcha juntos. Pero Maribel no se atrevía a hablar con él, como era habitual en ella.

Una noche, Laura habló con Luis. Le contó la situación que había y si podía ayudarla en algo para cambiarla para bien. Al principio él se sintió un poco cohibido, no sabía muy bien cómo reaccionar, así que le dijo que fuese con calma porque tenía que pensarlo. Realmente era un buen chaval.

Lentamente Maribel fue congeniando con Luis. La acompañaba muchas veces a su casa, él vivía a unos cuantos portales más allá de su edificio así que no tenía que dar rodeo ninguno.
Con el paso del tiempo, Maribel llegó a conocer a Luis, a entenderlo, a preocuparse por él, y cada vez a quererlo más en silencio. A sus ojos, entre ella y Luis no había más que una simple amistad que crecía con el tiempo que pasaban juntos.
Y un día, despidiéndose de ella en su portal, Luis la besó.

Miles de sensaciones, de sentimientos, salieron a flote con aquel beso. Maribel no daba crédito a lo que estaba experimentando en sus propias carnes.

Después de un rato y con una sonrisa tonta en los labios, se volvió a despedir de él hasta el día siguiente.

Maribel se tumbó en su cama, riéndose a carcajada limpia, con los ojos brillantes y soñando con lo que acababa de ocurrir. Cogió el móvil y mandó un sms claro y sencillo: "Gracias Laura".

Allí se quedó dormida, pensando que le depararía el día siguiente, cómo reaccionaría la próxima vez que lo viera y, sobre todo, que sería de ella sin otra noche como aquella...

B.H.R.

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Pregunta del día: ¿llegará todo esto a buen puerto?
Frase del día: "La timidez es una condición ajena al corazón, una categoría, una dimensión que desemboca en la soledad." P. Neruda
Canción del día: Besos - ECDL