Nunca digas siempre

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• Nunca digas nunca

Maribel no dormía, no comía, no hacía más que pensar en aquella noche.
Cuando quedaba con sus amigas, se callaba y quedaba lela mirando para la nada, mientras las demás tenían conversaciones insulsas de su vida cotidiana. Ella obviaba las chorradas que se decían y entraba en un maravilloso mundo de colores e ilusión.

¿Qué, cómo lo llevas? ¿Lo has visto desde aquel día o sólo en tus sueños cada noche? - Laura se solía reír de ella.

Juas juas. No, no lo he visto más, supongo que este viernes quedaremos todos como siempre. - Maribel tenía la ingenua sonrisa de "no sé que voy a hacer con mi vida" escrita en la cara.

Pero hija, ¿cómo es posible que no hayais hablado todavía? ¿Cómo no se te da por quedar con él algún día?

Boh, si total él no va a querer quedar. Ya lo veré el viernes.

Claro... total para que lo vas a intentar. - Laura a veces se desesperaba - Eso... tú espera al sábado y no le digas nada.

¿Pero qué quieres que le diga?

Estas conversaciones se repetían una y otra vez, una y otra vez.

Parecía que el viernes no llegaba nunca. La semana se hacía eterna en la vida de Maribel.

Al fin, el viernes llegó. Maribel ya no sabía donde meterse y Laura, su amiga, también quería que terminase todo de una vez, ya estaba un poquito harta de ver a su amiga en babias todo el rato, quería que espavilara.


Llegaron a la cafetería de costumbre, donde solían quedar en pandilla para jugar a las cartas o echar una partida de billar.

Laura e Irene, como siempre, las primeras en llegar, después alguno de los chicos, Luis, Alberto, Tomás y su novia... y Maribel no llegaba. Solía tardar, pero aquel día se estaba pasando tres pueblos.

Al final apareció, toda espléndida. Sus ojos resplandecían de la ilusión. Sus amigas nunca la habían visto tan feliz.

Al entrar por la puerta, Luis se quedó mirando unos segundos hacia ella. Pronto retiró la mirada, no quería que nadie se diese cuenta de que a él también le brillaban los ojos cuando la miraba.

Echaron toda la noche sin dirigirse la palabra.

Al final, cuando ya todo el mundo se levantaba para irse, Luis hizo un alarde de valentía, se acercó a Maribel y le preguntó si la llevaba a casa. Maribel se bloqueó: le apareció un nudo en la garganta, mariposas en el estómago, se le entumecieron los músculos y se le trabó la lengua. Así fue que sólo se intuyó un "no".
Cuando se dio cuenta de la estupidez que acababa de decir, no tuvo la osadía de cambiar de opinión, y alargó la frase a un "ya me lleva Laura, que le queda de camino". Luis se quedó paralizado, avergonzado, resignado.

Maribel sintió que se arrepentiría de esa frase lo que le quedaba de vida...


¿Hará Luis otro esfuerzo para quedar con Maribel?
¿Será Maribel la que le diga algo?
¿Acabará Laura con un ataque de ansiedad de ver como hacen el tonto sus amigos?
¿Tendrá final este cuento?

B.H.R.

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Pregunta del día: creo que ya he hecho demasiadas por hoy...
Frase del día: "La dicha que tarda, con gusto se aguarda." - Refrán popular (o como se suele decir "la dicha que tarda en la cama, con gusto se aguarda entre las piernas" xDDD)
Canción del día: Christina - Patty Griffin