Diana abrió los ojos. Tenía la sensación de no haber dormido nada, se despertó distraída, como si un sueño la estuviese entreteniendo toda la noche.
Miró el reloj de la mesilla. Las 7:30. Era demasiado temprano como para levantarse e ir a trabajar. A golpe de lunes no se podía ir tan temprano. Se dio media vuelta en la cama dispuesta a dormir otros "cinco minutos más".
Antes de que se llegase a voltear del todo, su mano tropezó con algo que estaba en medio de la cama. No era un objeto, no estaba frío. Se pensó un par de veces si abrir los ojos, con miedo a no volver a dormirse después, pero la curiosidad pudo con ella. Entreabrió un poquito los dos ojos a la par y vio algo que no se esperaba. El corazón le pegó un salto. Una figura humana se dejaba ver entre las sábanas y la colcha que cubría su cama. Era él, no podía ser otro, pero... cómo había llegado ahí? Diana no tenía respuestas. Se le pasó por la cabeza lo de pellizcarse para comprobar si era verdad o sólo era un sueño, un sueño del que no sabía si quería despertar. La idea pasó fugazmente, no se atrevió a comprobarlo.
De pronto se encontró en medio de una plazueleta. Era noche cerrada, sin embargo, mucha gente paseaba por allí como si fuese una tarde cualquiera. Él estaba delante de ella, con una sonrisa en los labios, pero despidiéndose de ella. Se acercó lentamente para besarla, pero sus labios fueron a parar a la mejilla izquierda de Diana. Después a la derecha. Y finalmente, cuando la despedida ya era una realidad, le dejó un beso de propina en la boca, un beso amargo, un beso de adiós.
Desde aquel momento Diana dejó de soñar. Ya no se encontraba de repente en ninguna calle vacía, ni se despertaba por las noches y se encontraba a alguien a su lado.
Una noche, en el local habitual donde solía pasar las noches con sus colegas, se dirigía a la puerta y se cruzó con él. Seguía teniendo esa mirada escalofriante, sus piernas se tambalearon un instante, mientras los ojos de Diana se clavaban en los suyos para esperar una reacción. A cambio, sólo recibió un "hola" seco, distante, frío, como si saludase a una desconocida. Quizás realmente lo era...
Diana nunca supo lo que pasó, pero no le importó. Le quedó el recuerdo de algo efímero, sin sustancia, pero bonito y fugaz.
-------------
Pregunta del día: ¿qué está pasando?
Frase del día: "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti." - F. Nietzsche
Canción del día: Contigo - J. Sabina
Miró el reloj de la mesilla. Las 7:30. Era demasiado temprano como para levantarse e ir a trabajar. A golpe de lunes no se podía ir tan temprano. Se dio media vuelta en la cama dispuesta a dormir otros "cinco minutos más".
Antes de que se llegase a voltear del todo, su mano tropezó con algo que estaba en medio de la cama. No era un objeto, no estaba frío. Se pensó un par de veces si abrir los ojos, con miedo a no volver a dormirse después, pero la curiosidad pudo con ella. Entreabrió un poquito los dos ojos a la par y vio algo que no se esperaba. El corazón le pegó un salto. Una figura humana se dejaba ver entre las sábanas y la colcha que cubría su cama. Era él, no podía ser otro, pero... cómo había llegado ahí? Diana no tenía respuestas. Se le pasó por la cabeza lo de pellizcarse para comprobar si era verdad o sólo era un sueño, un sueño del que no sabía si quería despertar. La idea pasó fugazmente, no se atrevió a comprobarlo.
De pronto se encontró en medio de una plazueleta. Era noche cerrada, sin embargo, mucha gente paseaba por allí como si fuese una tarde cualquiera. Él estaba delante de ella, con una sonrisa en los labios, pero despidiéndose de ella. Se acercó lentamente para besarla, pero sus labios fueron a parar a la mejilla izquierda de Diana. Después a la derecha. Y finalmente, cuando la despedida ya era una realidad, le dejó un beso de propina en la boca, un beso amargo, un beso de adiós.
Desde aquel momento Diana dejó de soñar. Ya no se encontraba de repente en ninguna calle vacía, ni se despertaba por las noches y se encontraba a alguien a su lado.
Una noche, en el local habitual donde solía pasar las noches con sus colegas, se dirigía a la puerta y se cruzó con él. Seguía teniendo esa mirada escalofriante, sus piernas se tambalearon un instante, mientras los ojos de Diana se clavaban en los suyos para esperar una reacción. A cambio, sólo recibió un "hola" seco, distante, frío, como si saludase a una desconocida. Quizás realmente lo era...
Diana nunca supo lo que pasó, pero no le importó. Le quedó el recuerdo de algo efímero, sin sustancia, pero bonito y fugaz.
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Pregunta del día: ¿qué está pasando?
Frase del día: "Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti." - F. Nietzsche
Canción del día: Contigo - J. Sabina
5 comentarios:
... nunca supo lo que pasó, pero no le importó. Le quedó el recuerdo de algo efímero, sin sustancia, pero bonito y fugaz...
Me ha encantado!!!
Y tan real...
Gracias! :)
besiños.
Muy buena la frase de Nietzsche
Muy buena tambien la historia de una Diana que se encuentra en el mismo dilema que todo el mundo: Estoy soñando o esto es real. En el fondo, ella no sabe que solo somos cerebros en una cubeta. Abrazo Gratis
Espero que mi cubeta esté limpia, soy un poco escrupulosa con mi cerebro :P
besiños.
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