Tengo una familia muy grande, pero muy poca directa. Se basa en padres, abuelos, un hermano y una tía. Ni primos hermanos, ni más tíos, ni sobrinos, ni nada más. Simplemente ellos.
Como siempre ha sido así, a mis amigos más cercanos los he considerado familiares, no directos, pero sí más directos que primos segundos, políticos y demás. Algunos llevan en la familia toda la vida y otros han llegado con el tiempo, unos siguen ahí y otros, por determinadas circunstancias, se han divorciado de la familia.
Son las personas que más quiero, las que daría todo por ellas, a las que no dejaría por nada... y yo espero lo mismo de ellas, siempre lo he esperado, y en la inmensa mayoría de ocasiones que los he necesitado, han cumplido las espectativas.
Hace unos meses tuve una fuerte discusión con un familiar. No era directo, pero tampoco era de los más alejados a la familia. Tampoco la discusión fue directa, gracias a los medios de comunicación que tenemos en este mundo, discutir cara a cara se está convirtiendo en toda una odisea y la gente prefiere hablar con un móvil o una pantalla delante antes que permitir que el otro interlocutor pueda ver su estado de ánimo directamente en su cara. No es una crítica, yo también lo hago y soy la primera en reconocerlo.
Al cortar la discusión porque ya no había para donde tirar, me dio un ataque de ansiedad. Recorrí mi casa unas 40 veces, recogí la ropa del tendal y tendí una lavadora más de ropa. Me senté en la cama, me levanté, todo esto en un mar de lágrimas y sin apenas poder respirar. En ese momento me di cuenta que estaba más sola que la una, y no sólo por el hecho de vivir sóla. Y después de eso, la ansiedad no fue a menos, y la llorera tampoco.
Me senté frente al ordenador, y en unos minutos me encontré hablando con un viejo amigo y contandole mis penurias y tormentos, y eso que en estos casos no tengo facilidad de palabra para contar mis problemas, siempre he sido muy reservada, pero no podía más. Un par de horas más tarde, la ansiedad estaba algo más controlada y casi había dejado de llorar.
Ahí descubrí las distintas maneras que tiene la gente de afrontar las palabras de una amiga. Y las hay curiosas.
La primera reacción fue la de "tranquilízate, todo va a ir bien". Tardó lo suyo, pero consiguió tranquilizarme. Aún es el día de hoy que no sé como agradecérselo.
La segunda reacción fue la de "pse, no es para tanto". A los que le da igual lo que pasa o deja de pasar, es la reacción que tienen, pero también aprendes a distinguirlos.
La tercera, y más llamativa, fue la de "y ahora que hago??". Después de pasarse la pelota unos a otros, consiguieron que otra de la familia me llamase preocupada desde 140km de distancia... Desde luego, una no sabe a quien tiene hasta que pasan estas cosas, pero es de agradecer el esfuerzo de la cadena de llamadas, desde el primero al último.
La cuarta y más decepcionante fue la de despreocupación y olvido. Hacer como si no pasase nada no soluciona las cosas, y no preguntar tampoco las mejora. La decepción fue creciendo y creciendo hasta que se convirtió en frustración y abandono por mi parte.
La quinta fue la de "no puedes estar así más tiempo". Y fue la más sabia.
Olvidarme del tema no era fácil. Durante un par de semanas no podía mencionarlo sin que las lágrimas volvieran a mis ojos, pero me propuse no estar así más tiempo. Y hasta el momento lo conseguí.
Pero soy una blanda, y sé que algún día volveré a ponerme así por alguien, pero creo que de todas las experiencias se aprende y siempre te cierras un poco más en banda a lo que te ofrece la gente para no pasarlo tan mal.
Lo que tengo claro es que ahora mi familia tiene dos personas menos, que pueden volver a entrar o no, con el tiempo se verá. Pero que nunca será lo mismo, la puerta está media cerrada y no hay más que hablar.
(si no es que no tenga nada que contar, sino que a veces, las palabras no salen hasta que un día...)
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Pregunta del día: me queda algún agradecimiento por dar??
Frase del día: "Las expectativas sólo provocan frustación y decepciones" - Batusai
Canción del día: Don't speak - No Doubt
Como siempre ha sido así, a mis amigos más cercanos los he considerado familiares, no directos, pero sí más directos que primos segundos, políticos y demás. Algunos llevan en la familia toda la vida y otros han llegado con el tiempo, unos siguen ahí y otros, por determinadas circunstancias, se han divorciado de la familia.
Son las personas que más quiero, las que daría todo por ellas, a las que no dejaría por nada... y yo espero lo mismo de ellas, siempre lo he esperado, y en la inmensa mayoría de ocasiones que los he necesitado, han cumplido las espectativas.
Hace unos meses tuve una fuerte discusión con un familiar. No era directo, pero tampoco era de los más alejados a la familia. Tampoco la discusión fue directa, gracias a los medios de comunicación que tenemos en este mundo, discutir cara a cara se está convirtiendo en toda una odisea y la gente prefiere hablar con un móvil o una pantalla delante antes que permitir que el otro interlocutor pueda ver su estado de ánimo directamente en su cara. No es una crítica, yo también lo hago y soy la primera en reconocerlo.
Al cortar la discusión porque ya no había para donde tirar, me dio un ataque de ansiedad. Recorrí mi casa unas 40 veces, recogí la ropa del tendal y tendí una lavadora más de ropa. Me senté en la cama, me levanté, todo esto en un mar de lágrimas y sin apenas poder respirar. En ese momento me di cuenta que estaba más sola que la una, y no sólo por el hecho de vivir sóla. Y después de eso, la ansiedad no fue a menos, y la llorera tampoco.
Me senté frente al ordenador, y en unos minutos me encontré hablando con un viejo amigo y contandole mis penurias y tormentos, y eso que en estos casos no tengo facilidad de palabra para contar mis problemas, siempre he sido muy reservada, pero no podía más. Un par de horas más tarde, la ansiedad estaba algo más controlada y casi había dejado de llorar.
Ahí descubrí las distintas maneras que tiene la gente de afrontar las palabras de una amiga. Y las hay curiosas.
La primera reacción fue la de "tranquilízate, todo va a ir bien". Tardó lo suyo, pero consiguió tranquilizarme. Aún es el día de hoy que no sé como agradecérselo.
La segunda reacción fue la de "pse, no es para tanto". A los que le da igual lo que pasa o deja de pasar, es la reacción que tienen, pero también aprendes a distinguirlos.
La tercera, y más llamativa, fue la de "y ahora que hago??". Después de pasarse la pelota unos a otros, consiguieron que otra de la familia me llamase preocupada desde 140km de distancia... Desde luego, una no sabe a quien tiene hasta que pasan estas cosas, pero es de agradecer el esfuerzo de la cadena de llamadas, desde el primero al último.
La cuarta y más decepcionante fue la de despreocupación y olvido. Hacer como si no pasase nada no soluciona las cosas, y no preguntar tampoco las mejora. La decepción fue creciendo y creciendo hasta que se convirtió en frustración y abandono por mi parte.
La quinta fue la de "no puedes estar así más tiempo". Y fue la más sabia.
Olvidarme del tema no era fácil. Durante un par de semanas no podía mencionarlo sin que las lágrimas volvieran a mis ojos, pero me propuse no estar así más tiempo. Y hasta el momento lo conseguí.
Pero soy una blanda, y sé que algún día volveré a ponerme así por alguien, pero creo que de todas las experiencias se aprende y siempre te cierras un poco más en banda a lo que te ofrece la gente para no pasarlo tan mal.
Lo que tengo claro es que ahora mi familia tiene dos personas menos, que pueden volver a entrar o no, con el tiempo se verá. Pero que nunca será lo mismo, la puerta está media cerrada y no hay más que hablar.
(si no es que no tenga nada que contar, sino que a veces, las palabras no salen hasta que un día...)
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Pregunta del día: me queda algún agradecimiento por dar??
Frase del día: "Las expectativas sólo provocan frustación y decepciones" - Batusai
Canción del día: Don't speak - No Doubt