"No sabe mal, pruébalo ya verás", y te metían las espinacas hasta las orejas sólo para que comieras verduras o frutas que no podías ni ver delante. Cuanto más te revelabas, peor era, y hasta que te terminabas el plato de aquello que te olía verdaderamente mal, tu madre y/o abuela no te dejaban levantarte de la mesa.
Recuerdo un día que a mi abuela se le dio por hacer para comer lentejas y sardinas en escabeche. Yo, como buena mandada que era, me comí mi ración de lentejas y un par de sardinas, y así quedó mi abuela como una rosa de contenta.
Con lo que me rodea me pasa exactamente lo mismo. No soy de las que juzgan a primera vista (aunque a veces lo hago y después me arrepiento), así que intento ver lo positivo de las cosas o personas y después les doy pase. Entonces compruebo que son buenas y que tienen algún sentido para mi, pero si me doy cuenta que no son lo que estoy buscando, les cojo manía (como a las sardinas) y las aparto para un lado sin querer saber nada más de ellas.
El ejemplo más claro (y siendo mujer sonará a tópico) es con la ropa: me compro una prenda, llego a casa y me doy cuenta que no es lo que estaba buscando porque no me sienta como quiero o simplemente no me acaba de convencer, asà que la arrincono en una esquinita del armario (creo que de ahí viene lo del famoso "fondo de armario" xD) y me olvido de ella. Eso sí, cada vez que abro el armario y la veo allí, la miro con cara de odio y pienso para mí "para que la compraría..."
Con la gente me pasa un poco de lo mismo, conozco y catalogo. No necesita pasar mucho tiempo para que alguien se convierta en parte de mi vida, tengo amigos de hace 2 días, 4 meses, 2 años e incluso de 15 años para atrás (teniendo 24 años ya es una ganga conservar amigos así). Los que no me convencen no pasan de conocidos, y los que entran ahí se quedan.
Ahí se quedan hasta que quieran o se lo permita. Y a lo que algo no me gusta y me lastima, pues al rincón del armario de cabeza. Después siempre viene alguien que te dice "pero mujer, si no puede ser tan malo, prueba otra vez" (como el escabeche y sus sardinas) pero mi cuerpo dice que no y no hay manera, no hay vuelta atrás.
Estoy cansadita de escuchar el "prueba otra vez mujer, que seguro que no te hace daño", porque a veces, de ilusa que soy, vuelvo a probar. Tropezar en la misma piedra, se le suele llamar.
Pero otras veces (como con las sardinas) me niego volver a probar, me sentaría fatal y acabaría siendo lo mismo o peor. Así que puedo decir que en determinadas ocasiones controlo mi vida y hago lo que quiero. Son pocas, pero las pocas que son de algo me sirven.
Que nadie me venga con el cuento de "pero mujer, si no es para tanto!!" que no va a colar, esto lo controlo yo.
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Pregunta del día: ¿para qué intentarlo si sabes como va a terminar?
Frase del día: "A veces más vale callar y pasar por tonto, que abrir la boca y demostrarlo" - N. Clarasó.
Canción del día: sin canción, currando...
Recuerdo un día que a mi abuela se le dio por hacer para comer lentejas y sardinas en escabeche. Yo, como buena mandada que era, me comí mi ración de lentejas y un par de sardinas, y así quedó mi abuela como una rosa de contenta.
Pero al cabo de unas horas me empecé a poner mala, sudaba en frío y mi estómago hablaba solo. Al final acabé con una gastroenteritis de las gordas, y a sopitas una semana.
Pensé que nunca más podría volver a comer lentejas (con lo que me gustaban, de las sardinas no quería ni oir hablar) pero por suerte no las llegué a aborrecer. Con las sardinas me pasó todo lo contrario: era oler a escabeche en mi casa (el de las sardinas... el de los mejillones de lata no me afecta. Lo sé, soy rarita) y mi estómago daba un vuelco y me decía "ni te acerques...".
Así que hasta la fecha no las quiero ver, oler y mucho menos comer. Me debieron dejar una toxina de estas chungas en el cuerpo que hace que me entren arcadas sólo de pensar en las asquerosas sardinas y su salsa de escabeche.
Pensé que nunca más podría volver a comer lentejas (con lo que me gustaban, de las sardinas no quería ni oir hablar) pero por suerte no las llegué a aborrecer. Con las sardinas me pasó todo lo contrario: era oler a escabeche en mi casa (el de las sardinas... el de los mejillones de lata no me afecta. Lo sé, soy rarita) y mi estómago daba un vuelco y me decía "ni te acerques...".
Así que hasta la fecha no las quiero ver, oler y mucho menos comer. Me debieron dejar una toxina de estas chungas en el cuerpo que hace que me entren arcadas sólo de pensar en las asquerosas sardinas y su salsa de escabeche.
Con lo que me rodea me pasa exactamente lo mismo. No soy de las que juzgan a primera vista (aunque a veces lo hago y después me arrepiento), así que intento ver lo positivo de las cosas o personas y después les doy pase. Entonces compruebo que son buenas y que tienen algún sentido para mi, pero si me doy cuenta que no son lo que estoy buscando, les cojo manía (como a las sardinas) y las aparto para un lado sin querer saber nada más de ellas.
El ejemplo más claro (y siendo mujer sonará a tópico) es con la ropa: me compro una prenda, llego a casa y me doy cuenta que no es lo que estaba buscando porque no me sienta como quiero o simplemente no me acaba de convencer, asà que la arrincono en una esquinita del armario (creo que de ahí viene lo del famoso "fondo de armario" xD) y me olvido de ella. Eso sí, cada vez que abro el armario y la veo allí, la miro con cara de odio y pienso para mí "para que la compraría..."
Con la gente me pasa un poco de lo mismo, conozco y catalogo. No necesita pasar mucho tiempo para que alguien se convierta en parte de mi vida, tengo amigos de hace 2 días, 4 meses, 2 años e incluso de 15 años para atrás (teniendo 24 años ya es una ganga conservar amigos así). Los que no me convencen no pasan de conocidos, y los que entran ahí se quedan.
Ahí se quedan hasta que quieran o se lo permita. Y a lo que algo no me gusta y me lastima, pues al rincón del armario de cabeza. Después siempre viene alguien que te dice "pero mujer, si no puede ser tan malo, prueba otra vez" (como el escabeche y sus sardinas) pero mi cuerpo dice que no y no hay manera, no hay vuelta atrás.
Estoy cansadita de escuchar el "prueba otra vez mujer, que seguro que no te hace daño", porque a veces, de ilusa que soy, vuelvo a probar. Tropezar en la misma piedra, se le suele llamar.
Pero otras veces (como con las sardinas) me niego volver a probar, me sentaría fatal y acabaría siendo lo mismo o peor. Así que puedo decir que en determinadas ocasiones controlo mi vida y hago lo que quiero. Son pocas, pero las pocas que son de algo me sirven.
Que nadie me venga con el cuento de "pero mujer, si no es para tanto!!" que no va a colar, esto lo controlo yo.
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Pregunta del día: ¿para qué intentarlo si sabes como va a terminar?
Frase del día: "A veces más vale callar y pasar por tonto, que abrir la boca y demostrarlo" - N. Clarasó.
Canción del día: sin canción, currando...
5 comentarios:
¿Hay que intentarlo si sabes como va a terminar? Por supuesto, en ocasiones, lo bonito no es que consigas las cosas, sino todo lo que supone volver a intentarlo. Vale menos la cosa deseada que el hecho del deseo. Abrazo Gratis
Pero mujeeeeeeeeerr ja ja ja.
Estoy contigo a tomar "pol culo" que sobra gente ja ja ja...
un beso intoxicado
Alter Ego: pues no sé yo que te diga, para mí hacerlo pa' na' es tontería. Si tuviera una mínima duda de como acabar, entonces sí sería interesante retomar el camino, en caso contrario una pérdida de tiempo.
Dani: uff si sobra gente!! después dicen que hay poca natalidad en España!! si hay gente a patadas!! :p
besiños a los dos :)
Interesante o simil gastronómico... que por certo a min pasoume exactamente igual cúnha salchichas e aínda hoxe é o día que me costa comelas, :D
un saúdo.
A que sí? Din que as comparacións son odiosas, pero nestes casos veñen moi ben ;)
besiños.
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