19/2/05

Carta para ti - Capítulo 1: Mario

Voy caminando bajo la lluvia, que me refresca en esta tarde-noche cálida de agosto y me hace recordar momentos mágicos contigo.



Recuerdo como nos conocimos, como entablamos nuestra primera conversación y cuál fue nuestro primer beso. Pero todo esto comenzó con Mario...

Hace unos meses llegó al piso de enfrente una nueva familia, una gente muy maja a la que le cogí mucho cariño. Los nuevos vecinos tenían un hijo, más o menos de mi edad, se llamaba Mario.
Con el tiempo nos fuimos haciendo buenos amigos, tanto, que me llegué a enamorar de él. A pesar de eso, nunca se lo hice saber, Mario tenía novia yo no era nadie para interponerme en su relación.

Un día, Mario llegó a mi casa muy disgustado porque había discutido con ella. Yo no sabía que hacer para que se sintiera mejor, nunca me gustó ver llorar a la gente porque me siento impotente y no sé que decir.
Mario me contó que discutieran porque su novia era muy celosa y siempre desconfiaba de él, que no entendía como ella era así, que él nunca le había dado motivos para ello. Su novia quería dejarlo y él se quería morir.
Entonces lo abracé.




Cuando me empecé a separar de él, mi corazón latía a un ritmo desenfrenado, no podía ocultarlo más. Tenía que contarle la verdad.
Aún estábamos abrazados cuando le dije que le quería, que no podía vivir sin él y que no entendía como alguien podía hacerlo sufrir tanto. Sabía perfectamente que no me correspondía, pero no podía soportarlo más, mi agonía personal era él, si él sufría yo lo hacía aún más por ver el dolor en sus ojos.

Se quedó mirándome fijamente sin decir nada. Sus grandes ojos de pronto se volvieron chiquitines y sonrientes, se acercó y me besó dulcemente. Sus ojos brillaban, todavía humédos por las lágrimas derramadas.

Yo lo correspondí y nos besamos más y más, deseando que no acabara ese momento y quedarnos así para siempre, abrazados, cuerpo con cuerpo.
Era mi cuento de hadas, mi historia soñada.
Aquel día no dormí, sólo soñé. Soñé que Mario me quería, que deseaba estar sólo conmigo y que por fin le iba a plantar cara a su novia.

Pobre ilusa, nunca aprenderé que los sueños, sueños son, y la realidad es un poco distinta.




Al día siguiente no vi a Mario, ni al otro, ni al otro más. Su madre me decía que estaba estudiando en la biblioteca y que siempre llegaba muy tarde a casa, asi que durante unos días no lo molesté más.

Pero un buen día Mario llamó a mi puerta y mi corazón dio vuelco cuando lo ví en la entrada de mi casa, preguntando por mi. Se acercó, me dio un beso en la mejilla y me preguntó si podíamos hablar. ¿cómo no iba a querer hablar con él? Tenía tanto que decirle, tantas cosas que contarle que no me daba tiempo para respirar.

Sin embargo, el semblante de Mario no era el mismo de siempre, su rostro estaba tenso, bastante serio y no apartaba los ojos de los botones de su camisa. Levantó su brazo y acercó su dedo índice a mi boca, entonces me callé y dejé que hablara él.

"Lo siento", me dijo, "mi novia y yo hemos hecho las paces, ya hemos arreglado nuestros malentendidos".

Una daga de dolor atravesó mi pecho y me partió en dos. Con mi corazón en un puño le pedí que se fuera, que necesitaba estar sola.
Acurrucada en mi cama, sollozando, se acercó a mi y me abrazó. Fue un abrazo seco, distante, falto de ternura y cariño. Ya no era lo mismo, algo había cambiado entre nosotros: la amistad se había transformado en amor no correspondido.

Así empezó y terminó mi historia con Mario, si es que de verdad hubo algo que empezó y terminó. ¿Te acuerdas? Todavía recuerdo esos días con nostalgia, diciéndome a mi misma "pobre ilusa, que creyó en el amor", sólo tú supiste enseñarme el verdadero sentido de la vida.

Sigo caminando bajo la lluvia, esa lluvia que me incita a seguir viviendo en un mundo de sentimientos imposibles de controlar; la misma lluvia que un día nos unió y jamás nos separó.

Pero esa, esa es otra historia...

(continuará...)

3 comentarios:

Tuxina dijo...

Que bonito... y que triste coooño.

¿En que habíamos quedado?

Un beso nenita.

The unknown man dijo...

Si seguimos por este camino más vale que nos recluyamos todos en un convento de alguna orden en la que prime la moñeria sobre la oración...

La verdad, esta historia es más bonita, más intensa y muchisimo más desgarradora que la de la carta anterior.

Me alegra que postees cosas tuyas :)

Unknown dijo...

Tuxina: Lo intenté, de verdad, pero si te das cuenta es una carta sin final, asi que me esforzaré en hacer lo acordado, el final de la carta será como prometí.

The Unknown Man: dónde queda ese convento? Ya lo visitaste, eh? ;) A ti, recuerdalo, no te podemos meter en un convento... Es como si me metes a mi en un seminario :P
La otra carta es muy irónica porque la chica no lo está pasando bien. Esta es simple recuerdo de lo que pasó, nada más.

Gracias por comentar sin pedirlo de rodillas [esto es un milagro]Besiños a los dos.